Después del resultado de las
elecciones de ayer, no puedo sino hacer una reflexión.
Para empezar, no estoy en contra
del cambio, ni mucho menos. Creo firmemente en la democracia (“vox populi, vox
Dei”y en la alternancia de poderes. Considero que, tras muchos años gobernando,
un partido político puede “desvirtuarse” y acomodarse. Dicho esto, ¿en qué
narices estabais pensando, Andaluces?
¿Se os ha olvidado que gente como
la que ha conseguido un 11% de los votos llevó a cabo un golpe de estado y nos sumió
en 40 años de dictadura? ¿Se os ha olvidado la precariedad de nuestros derechos
en esa época? ¿Cómo se vota a un partido político que está en contra de tantos
derechos?
Es cierto que, en épocas de
crisis, la sociedad tiende a ir al proteccionismo, a cerrarse en banda al
cambio, a la derecha. El miedo a que vengan “otros” a llevarse lo poco que
tienes nos aboca a políticas racistas y xenófobas (si no me creéis, echadle un
ojo a la historia del siglo XX). Pero,
¿votar un partido que está en contra de la Ley de Violencia de Género? ¿Un
partido que rechaza de plano el matrimonio homosexual (y no digamos la adopción)?
¿Un partido que quiere suprimir de la salud publica cualquier intervención que
sea ajena a la salud (cambios de sexo, abortos)? No me lo he inventado, no soy
tremendista ni radical, esta todo en su programa político.
No me asusta que la derecha haya
ganado tantos votos (aunque habría que preguntarse por qué), me asusta que
tenga que pactar con un partido fascista para gobernar. Que “esa” gente tenga
la llave de la gobernabilidad de mi comunidad autónoma sí que me da miedo.
“Quien no conoce la historia está
condenado a repetirla”, y así nos va.
Amén ¡¡¡¡
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